lunes, 26 de agosto de 2013

Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas.

TARDE DEL VIERNES.- Cuarenta grados, ni uno más ni uno menos, marcaban los termómetros de Jaén a las cinco de la tarde del pasado viernes día 23 de Agosto de 2013, pero nada impediría que a esa hora, partiera junto con mi buen amigo Javier Fernández hacia Santiago de la Espada, y desde ya, agradecer su hospitalidad, la forma de volcarse conmigo estos días y haberme dado la oportunidad de conocer gente como José Manuel, Carlos, Jesús y demás, gracias a vosotros también.

Llegada al Kiosco del Tranco de Beas/Hornos...
El trayecto de ida lo hicimos por la incómoda N-322, las obras de la autovía hasta Úbeda son un suplicio que no suple el escaso de tramo abierto. Recomiendo llenar el depósito en Villacarrillo, pues lo cierto es que no es fácil encontrar gasolineras en la sierra y nos podemos encontrar en un aprieto, casos en los que autonomía de la Triumph se agradece. En Villanueva del Arzobispo tomamos la JH-7048 de subida al gran Embalse del Tranco. La subida es espectacular, el asfalto es magnífico, y aún más los paisajes, así que viseras arriba y despacito para poder disfrutarlos. Parada obligada en El Tranco para refrescarnos, charlar y continuar por la A-319 en dirección a Hornos. 

Mucho antes de llegar a Hornos ( unos kilometros antes de la aldea de Guadabraz), Javier me llevó por un camino "asfaltado" que va rodeando el embalse, realmente digno de ver, el agua se extiende entre los pinos llegando a escasos metros del camino. Disfruté tanto en ese tramo que ni se me ocurrió sacar  una fotografía, el mal estado del camino obliga a ir despacio, lo que se agradece ya que se puede disfrutar de las vistas y el olor a pino (tramo para motos trail). A partir de ahí salimos a la A-317 que nos llevaría por su nuevo trazado a Santiago de la Espada, plagada de hermosos miradores, merece la pena parar en cualquiera de ellos. 175 kilómetros después de salir de Jaén, llegamos a casa de Javi, dónde pusieron un apartamento entero a mi disposición, así se las gastan él y su padre Martín.

Tras descargar las motos, y una necesaria ducha, me invitaron a cenar en el cortijillo de Chema, un excelente anfitrión amigo de Javi, dónde conocí a una cuadrilla de personajes estupendos. Cervezas, anéctodas, buen vino y mejor compañía, junto con tapas matanceras y el mejor choto al ajillo que he probado nunca, fueron seguidas de pacharán casero y alguna copa, continuando la velada al fresco de la terraza del Pocho ya en Santiago, donde cayó algún digestivo que otro y casi se cierra algún trato... Buen ambiente el del Pocho, donde tiene la buena costumbre de servir un par de kilos de pipas con las copas. Más tarde de lo deseado nos retiramos a dormir.

SEGUNDA JORNADA.- Tostadas con aceite y ajo en el Hotel San Francisco precedieron a la densa jornada. En primer lugar partimos hacia La Toba, por una carretera ignominada de montaña, que entre pino y pino mostraba la inmensidad de la Sierra de Segura, de modo que hicimos la primera parada para maravillarnos con las vistas.

En ese momento, todo era mío.
La sinuosa carretera apenas dejaba engranar tercera, pero lo importante no era pilotar, sino disfrutar de la ubicación. Así, con un amplia sonrisa bajo el casco que no me abandonaría, llegamos a La Toba, donde parte un arroyo afluente del Segura cuyo nacimiento se encuentra en una curiosa cueva de difícil acceso (al interior, no al paraje), si hubiera dispuesto de más tiempo, me hubiera metido dentro, me daba igual los siete grados de temperatura a los que nace el agua... En el interior de la roca donde se emplaza se encuentra una cascada digna de ver.
Al pie del cortado que aparece a la izquierda se encuentra el nacimiento.
Cueva del Nacimiento de La Toba, en su interior, la cascada.
 La próxima vez que vaya haré una visita más pausada a la aldea situada a los pies del Embalse de Anchuricas, nuestra próxima parada ya en la carretera JF-7038. El color de sus aguas y los densos pinares de este embalse vigilado por el Puntal de las Buitreras lo hacen especialmente bello.

Embalse de Anchuricas, y Puntal de las Buitreras
Aguas turquesas o verde esmeralda en función de la luz. Una maravilla.
Ermita de Las Casicas.
Bajo sus aguas se encuentra la antigua aldea de Las Casicas, habiéndose quedado su ermita por encima del nivel del agua, es fácil visitarla.
Un chapuzón no hubiera estado mal.



 El mediodía nos había alcanzado, y antes de parar a tomar un aperitivo, nos dirigimos hacia la aldea de Miller, acompañando en su discurrir al Río Segura. Para llegar hasta allí pasaremos por la central hidroeléctrica, de cuyo asentamiento al parecer dimana la aldea. Si vuestra intención es alejaros del mundanal ruido, Miller es vuestro sitio. 
Típica estampa de Miller.

Fuente de Miller, casi la seco, me inflé.
Hospedería Río Zumeta


Ahora sí tocaba echar algo al cuerpo, de modo que seguí a Javi hasta la Hospedería Zumeta, junto al río que le da nombre y lindera con la provincia de Albacete. Un lugar que resulta idóneo para quedarse allí varios días y prestar el tiempo y la atención que realmente merecen estas tierras. Un refresco y una sabrosa tapa de arenques con pan del lugar, aceite y tomate no fue suficiente para calmar el hambre, así que sin más nos dirigimos  a la aldea albaceteña de Gontar, perteneciente al término municipal de Yeste. Un par de fotos en el Río Zumeta, y de cabeza a Casa Pedro, que recomiendo encarecidamente, en particular pedid las manitas de cerdo a la brasa, aunque tienen una gran variedad de platos, todos con una pinta estupenda. Esperamos una hora para poder acceder al comedor, pero fue un rato muy llevadero, tanto por la conversación como por las tapas de morros fritos y lomo con tomate entre otras que nos sirvieron. El precio es muy asequible, mucho más en mi caso al ser invitado por Javi, y el servicio no es malo habida cuenta la cantidad de personas a las que dan de comer.
Río Zumeta (Albacete)

A esto me refería...
 Después de comer, pocas ganas tiene uno de subirse en la moto un 24 de agosto a las cuatro de la tarde, pero sarna con gusto no pica, de modo que maravillado por lo que estaba conociendo me subí con ganas a fin de visitar el Embalse de la Vieja (o de la Novia), que se encuentra de camino a Santiago de la Espada, retomando la A-63. Bajamos por un camino de grava de fácil paso, y estando cerrado el acceso a la presa, nos conformamos con tomar algunas fotos sin saltarla...
Acceso al Embalse de la Vieja.

Embalse de la Vieja.
 Pocos días antes habían desembalsado gran cantidad de agua, de modo que no se veía en pleno esplendor, pero aún así, merece la pena visitarlo, hasta el punto de rodearlo y verlo desde el otro extremo, algo fácil, pues los accesos por ambas partes requieren andar muy pocos metros. La mezcla de colores del paisaje es mucho más espectacular in situ, los grises y anaranjados de las rocas junto con los verdes son una combinación cromática para el recuerdo, lástima que las fotografías no lo capten con claridad.

 Pasadas las calurosas cinco de la tarde, emprendimos los poco más de quince kilómetros que nos distanciaban de Santiago de la Espada, a cuya llegada no puede resistirme a hacer la típica foto a la Iglesia (el modelo posó de forma altruista). Como también era difícil resistirse a regresar al Pocho a tomar un digestivo ahora que la ruta había terminado y las motos estaban aparcadas. Allí se encontraban José Manuel y Carlos, con quienes compartimos la ruta del día, y quienes pensaron que podíamos acercarnos al Puntal de las Buitreras, dejando las motos paradas y subiendo en el 4x4 de Carlos. No costó mucho decidirnos, y sin darme cuenta estaba ya sentado junto a Carlos en su Land Cruiser.






Para llegar al Puntal de las Buitreras se atraviesa una zona de pinar para llegar a unos páramos que en primavera deben ser dignos de ver. El nombre creo que está claro a qué obedece, de hecho tuve ocasión de contemplar la majestuosidad del vuelo del buitre. Las rutas de acceso las podéis descargar con facilidad en cualquier web dedicada al senderismo. Ahí van una serie de fotos, os recomiendo ampliarlas para verlas bien.

Las vistas son realmente espectaculares, a nuestros pies el valle del Segura se extiende por la Sierra del mismo nombre, con el  embalse de Anchuricas en su centro. Pero también podéis observar el Puntal de la Misa o El Yelmo entre otros, lamentablemente esa tarde, la calina impedía una visión clara al sur.
Puntal de las Buitreras y Embalse de Anchuricas.


Valle del Segura.
José Manuel se asoma a las buitreras.

Sin embargo, la tarde aún daba de sí, y mis estupendos anfitriones decidieron que no podía perderme las vistas del Mirador de Juan León, si bien, pararíamos previamente en el nacimiento del Río Segura junto a Pontones. El nacimiento es realmente curioso, una charca de agua clara que deja ver con claridad un amplio agujero en la roca por el que emana el agua que se recoge en los Campos de Hernán Perea. Muy curioso de ver.

Nacimiento del Segura.
Llegada al Mirador de Juan Leon.
Desde el mirador se podía ver sin problema Coto Ríos, que por cierto pertenece al inmenso término municipal de Santiago de la Espada, como me dijeron y pude comprobar al día siguiente. Hasta Sierra Mágina es visible desde el mirador.


Llegamos con el tiempo justo para poder disfrutar del atardecer en la sierra, el silencio que reina y la paz que se respira no se puede describir, ojalá pudiera embotellarla para poder disfrutar a mi antojo, aunque sólo fuera unos segundos, esa sensación.
Javi y Carlos a mi diestra y siniestra.

Mejor vivirlo.
José Manuel, buen conocedor de la zona, nos hizo subir a una zona aún más alta que el mirador. Desde allí se veía con claridad los Campos de Hernán Perez, Las Banderillas y la zona sur, a pesar de mi "equipamiento" montaña mereció la pena. 
Al fondo, los Campos de Hernán Perea.
Ya de noche regresamos a casa, donde después de una ducha, que no os podéis imaginar como deseaba después de pasar más de doce horas con la ropa de la moto puesta, nos juntamos Javi, José Manuel, Carlos, Jesús y yo en el, ya para mi familiar, Hotel San Francisco, donde cenamos tomando unos quintos de cerveza al que siguieron tres copas en el Pocho. Obligado a madrugar, y con todo mi pesar, a las dos y media de la mañana me retiré, dejando allí a mis nuevos amigos que darían cumplida cuenta de las existencias del local.



TERCERA JORNADA.- Si no hubiera tenido que levantarme a la seis y media, seguro que no me hubiera desvelado a las cinco y media. En mi caso, si no me duermo en los diez minutos siguientes puedo empezar el día, y prácticamente así lo hice repasando las noticias de twitter. A la hora prevista me puse en pié e hice las maletas; la verdad es que son pesadas, pero infinitamente mucho más cómodas que las alforjas que llevaba en la Honda e incomparables con los macutos que llevaba en la ZZR. Oli salía de Jaén a las siete y media y a las nueve nos encontraríamos en el Tranco. A esa misma hora salía yo de Santiago de la Espada, y con más tiempo decidí ir por la carretera antigua a Hornos. El asfalto no es una maravilla, pero el recorrido sí. Llegando al secadero de una conocida marca de jamones de Pontones me alcanzaron los primeros rayos de sol.

Amanecer en la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas.

Hornos
Siguiendo esa carretera dejaremos a nuestra derecha la aldea de Capillanía, y en breve se llega al pueblo de mi amiga Patricia, Hornos. Os puedo asegurar que es tan bonito como tranquilo. Si no hubiera quedado con Oli me hubiera gustado pararmee invitar a café a cualquiera que me hubiera cruzado.

Volvemos a la A-317, una carretera en perfecto estado, que si bien no tiene señalizado el doble sentido, es bastante más amplia que las que había recorrido el día anterior, lo que permite ir más deprisa sin correr riesgos, y lo más importante, sin dejar de disfrutar del paisaje. Así las cosas, de nuevo y poco antes de las nueve de la mañana me encontraba llegando al Tranco.

Regreso al Tranco.

 En misma presa del Embalse estábamos ya los dos a las nueve y media, después de comentarme lo poco que había podido disfrutar de la subida al Tranco al llevar el sol de cara. A partir de ahí, seguiríamos la A-319, en igual estado que su hermana vecina pero algo menos revirada. Los frondosos y gigantescos pinos entre los que serpentea la carretera hacen del entorno algo exhuberante. En Coto-Ríos, aun término municipal de Santiago paramos a desayunar. La terraza del Restaurante/Apartamentos El Pinar es un sitio ideal para desayunar; con una bonita fuente y la banda sonora de Curro Jiménez en el hilo musical, disfrutamos de unas tostadas de pan de pueblo realmente ricas, a pesar de que el camarero que atendía la terraza tenía pocas o ningunas ganas de trabajar.

Eran las diez y media y aún disponíamos de toda la mañana para rodar, así que antes de retomar la marcha pensamos que habida cuenta que ambos tenemos motos trail, el contexto era idóneo para "explorar, es decir, buscar algún camino o sendero que recorrer para adentrarnos más en la naturaleza. Me veo obligado a reclamar el uso de carriles al menos para motos trail, me parece injusto que no pueda acceder con mi moto donde pesados 4x4 campan a sus anchas. Entiendo lo de los quads y las motos de enduro, pero no que no se haga distinción alguna al impedir la entrada a motos. Quizás si permitieran el acceso por esos caminos los usuarios de motos trail nos animaríamos más a visitar nuevos lugares con el beneficio que el turismo comporta, pero eso es otra historia.
Como decía, tras pasar un puente sobre el incipiente Guadalquivir vi un letrero que indicaba el acceso a un Refugio de Pesca, por lo que decidimos seguirlo. Un par de kilómetros después nos encontramos con un paraje de película. Un antiguo puente cruzaba el Guadalquivir, y bajo éste una piscina natural que el tiempo y el aguan han hecho sobre piedra. No sé ni cuántas fotos ni desde cuántas perspectivas hicimos, ciertamente es un lugar bonito, pero era más la emoción de hacer lo que ambos llevábamos tiempo soñando: salir con la moto y en un momento dado abandonar el asfalto para encontrar sitios idílicos, como nos estaba sucediendo. Como no podía ser menos, no pudimos evitar acordarnos de nuestro compañero y amigo Joaquín Ramírez, quien hubiera disfrutado muchísimo de ese momento.

Río Guadalquivir.
 Continuamos recorriendo el valle, sin embargo, ya no era todo tan idílico. Cuanto más nos acercábamos a Arroyo Frío más se incrementaba el tráfico haciendo más pesado el trayecto. El domingo a las doce del mediodía, Arroyo Frío tiene más peatones que le paseo marítimo de Torremolinos, tal concentración de personas desluce ese ambiente de paz y tranquilidad que reina desde el Tranco hasta allí. Por cierto, no entendemos esa extraña costumbre de los enlatados (conductores de coche) de ocupar la parte central de la calzada en cuanto tienen visibilidad, ya que no están señalizados los sentidos, podían seguir pegaditos a su derecha y permitir que las motos puedan avanzar. En fin, una pequeña parada para contemplar la magnitud del valle que habíamos recorrido y decidimos visitar el castillo de La Iruela en lugar de Cazorla (conocida por ambos).
Valle del Guadalquivir.
Cuando bajamos hasta La Iruela empezamos a acordarnos ese calorcito que nos había abandonado en cuanto subíamos hacia el Tranco. Habían pasado las doce y el calor empezaba a resultarnos familiar. Cruzamos el pueblo de La Iruela hasta llegar al castillo que tanto hemos visto desde la carretera. Para nuestra sorpresa, no sólo había un castillo, sino también un anfiteatro perfectamente conservado y una Iglesia. El castillo fue construido por los árabes, y ampliado tras la reconquistas, siendo en sus inicios prebereberes (me encanta este bocablo) poco más que una atalaya, fue la orden templaria la que lo amplió en el siglo XII... que no se diga que no aprendí nada...


Sólo unos pocos valientes son capaces de subir a más de 35º y con botas moteras. Mi hermano y yo somos de esos pocos.
Castillo, Anfiteatro e Iglesia de Santo de Domingo (La Iruela)
Pero subir hasta el final no es fácil, pues se hace desde dentro de la almena, y al parecer en su época eran más de mi talla que de la de Oli. Aún así, y no sin rozar la espaldera en el techo consiguió subir y bajar. Tardamos poco allí arriba, las vistas no diferían mucho de las del mirador que hay al pie de la almena, de modo que si no queréis sudar la gota gorda o tener agujetas un par de días de tanto escalón,  os podéis ahorrar la subida. Mejor dedicarle más tiempo al anfiteatro, mucho más fresquito. O a las ruinas de la Iglesia de Santo Domingo, desgraciadamente se conserva poco de esta obra renacentista llevada a cabo por los discípulos Andrés de Vandelvira. Fue destruido por los franceses en 1810, por lo que inducidos aún por el recuerdo de la musiquilla de Curro Jiménez del desayuno, ambos pensamos en llevar a cabo una tremenda venganza contra los gabachos, pero quieras que no, había pasado la una y nos quedaban más de cien kilómetros y estábamos al borde de la deshidratación,  por lo que dejamos la vendetta para otro día. La entrada al recinto cuesta un euro y como dato de interés en la obras de adecuación del recinto participó una magnífica topógrafa, futura mamá de mis sobrinos.
Esta foto la pongo porque salgo muy bien, y eso es raro sea cual sea la cámara o el fotógrafo.
 A ver si me la dejan poner en el DNI.

De modo que tras repostar en Cazorla hicimos los siguientes cien kilómetros que nos separaban de Jaén al tirón, siempre respetando las velocidades legalmente permitidas, y empezando a pasar calor de verdad, pues comprobé que la cúpula de la Triumph es muy efectiva, lo que se agradece normalmente, pero no en este caso, ya que no me entraba ni un hilo de aire dentro del tres cuartos por más rejillas que abriera, os aseguro que se llega a sudar mucho, así que amigos moteros, seguid mis pasos y utilizad camisetas de runing bajo las protecciones.

Tras llegar a la Casería de la topógrafa a la que antes hacía referencia, fue cuestión de segundos cortar el encendido y lanzarnos a la piscina, casi el mismo lapso temporal que salir de la piscina y tener una jarra helada de cerveza en la mano. Sin dudas, un magnífico final para el viaje, al menos para mi hermano, a mi aún me quedaba llegar a casa, desembarcar maletas, deshacerlas, poner lavadora con la ropa de la moto, otra con la ropa normal, limpiar las maletas y llevarlas al trastero, limpiar el casco, limpiar y engrasar la moto, jugar al Candy Crash, y elaborar esta crónica para ustedes, un estrés, oiga.

Si habéis aguantado hasta aquí, no tengo que decir que he pasado un fin de semana extraordinario, tengo cientos de fotos  y muy buenos recuerdos. Insisto en dar especialmente las gracias a Javi, y a sus amigos por acogerme de esa manera, (lo siento amigos, pero tendré que volver) Y como siempre, gracias al de arriba por no soltar el puño de mi moto y a mi queridísima máquina.



domingo, 25 de agosto de 2013

Razón de ser.

En honor a la verdad, este blog no es más que el cajón que necesitaba para guardar y ordenar las diferentes rutas y viajes que hago en moto. Sin embargo, cuando viajo en moto disfruto de una manera qué difícilmente podría llegar a explicar por muchas publicaciones que haga, y si por medio de estos artículos, y en especial de las fotografías que acompaño, consigo que aquéllos que se asomen a este blog disfruten mínimamente de ello, me sentiría muy satisfecho, esa es su razón de ser.

Carreteras, pueblos, paisajes, parajes, gastronomía y curiosidades serán el objeto de las diferentes publicaciones, en las que, como no podía ser de otro modo, la referencia a la moto es obligada, pero no por ello creo que se trate de un blog motero. Esto no va de potencias, gomas, equipación o pilotos, es más sencillo, es viajar en moto, pero a mi manera.

Disfruto tanto con los largos viajes como con las pequeñas salidas domingueras, sólo o en compañía, sudando o nevando, de modo que aquí podréis encontrar de todo. Dispongo de todos los tracks de las rutas que iré publicando, de modo que cualquiera que las quiera no tiene más que pedírmelas dirigiendo un correo a cuadernodeavitacora@gmail.com, dirección que podéis usar tantos para solicitarme información de otro tipo como cualquier sugerencia o contacto.

Por deformación profesional, en ocasiones me extiendo demasiado en mis narraciones, corriendo el peligro de convertir algo con lo que me he divertido en un completo muermo para el lector, razón por la que creo importante que cada publicación se acompañe de numerosas fotografías que suplan mis carencias narrativas.

En definitiva, tan sólo trato de intentar compartir un poquito de felicidad sobre ruedas.

Fdo. AVI.


Posdata.-  Protagonista y tan autor como yo será mi hermano Oliver, con quien he recorrido -y espero seguir recorriendo-  miles de kilómetros y pasado por mil y una, pues sobre la moto tengo días buenos, malos y peores, pero si mi hermano rueda cerca, siempre será bueno.